Sudar es necesario, es la forma que tiene nuestro organismo de regular la temperatura corporal y que esta no sea excesiva, lo que podría causar graves daños. La sudoración se produce normalmente cuando la temperatura es muy alta, al hacer ejercicio o cuando estamos nerviosos por estrés, miedo, ansiedad, etc. Aunque sudamos prácticamente por toda la piel, hay zonas en las que existen mayor número de glándulas sudoríparas ecrinas, como las palmas, las plantas, las axilas, la cara y el cuero cabelludo.

Cuando la sudoración se produce de manera excesiva y sin una causa aparente, hablamos de hiperhidrosis, un trastorno que afecta a entre el 1 y 3% de la población y que, aunque en la mayoría de los casos no es peligroso, sí suele preocupar bastante a los que lo padecen causándoles una gran incomodidad social, y en algunos casos incluso ansiedad u otros trastornos psicológicos más graves.

Afortunadamente, hay varias formas de combatir los incómodos síntomas de la hiperhidrosis.

Las personas que padecen hiperhidrosis, producen sudor en grandes cantidades, mucho más del necesario para liberar calor y mantener el cuerpo a la temperatura adecuada. A veces existen una causa subyacente y otras no, y en función de eso, se clasifican dos tipos de hiperhidrosis:

•PRIMARIA O FOCAL. Es la más frecuente y afecta a al menos el 1% de la población. No existe ninguna causa, simplemente la hiperactividad de las glándulas sudoríparas. Por lo general, se nota especialmente en determinadas zonas en las que existen un mayor número de glándulas: plantas, palmas, cuero cabelludo, cara y, sobre todo, axilas. Suele aparecer en la adolescencia y tiene un componente genético y hereditario. Además de las causas normales de la sudoración (calor, ejercicio, nervios…), puede desencadenarse también por otras que, en personas que no padecen hiperhidrosis no provocarían sudoración, como tomar café o alcohol, fumar e incluso el frío. Es más habitual en algunas horas del día y menos por la noche. No suele causar más olor corporal per se.

•SECUNDARIA O GENERALIZADA. Afecta a toda la superficie corporal y es mucho menos frecuente que la focal. Detrás de este tipo de hiperhidrosis suele haber una causa clínica, como hipertiroidismo, diabetes, infecciones, embarazo, menopausia, obesidad, gota, insuficiencia respiratoria o cardíaca, lesiones nerviosas o incluso ciertos medicamentos. Suele permanecer por la noche. Si desaparece la causa, desaparecerá también la hiperhidrosis.

Para tratar la hiperhidrosis secundaria,

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