Durante el embarazo, debemos prestar especial cuidado a nuestra alimentación, pues hay determinados alimentos que pueden poner en peligro nuestra salud y la del bebé. Así, es natural que surjan numerosas dudas sobre qué debemos evitar y qué podemos tomar tranquilamente.

Por ejemplo, es común preguntarse que sucede con las infusiones a este respecto. Y lo cierto es que la respuesta varía según el caso. Mientras que algunas son saludables e incluso pueden tener propiedades beneficiosas, algunas contienen determinadas sustancias que pueden ser peligrosas.

Es el caso del poleo-menta (que también debemos evitar durante la lactancia), ya que contiene pulegona, un componente abortivo y tóxico para el bebé; de las infusiones de salvia y romero, que elevan la tensión sanguínea; de la de regaliz y la de cúrcuma, que son abortivas; de las de anís verde, anís estrellado, agracejo y ruibarbo, que pueden causar contracciones uterinas que desemboquen en un parto prematuro; el boldo, tóxico hepático; el eucalipto, que provoca náuseas y vómitos; la equinácea y la cáscara sagrada, que pueden provocar malformaciones en el feto; la amapola, que puede contener opioides; y hierba luisa, hierba de San Juan, Lavanda, propóleo, valeriana, mate, y pasiflora, para las que no existe suficiente evidencia que garantice su seguridad.

Por otra parte está el caso del té,

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