Muchas personas la han sentido al menos una vez en su vida pero su mala fama hace que se viva en silencio (cual almorrana) con una mezcla de dolor y frustración. Y a pesar de que la envidia bien entendida puede ser un motor para superarse, en la mayoría de los casos es un sentimiento que produce ansiedad, rabia y mucho sufrimiento.

La envidia consiste en anhelar lo que otra persona tiene, ya sea físico o material, o bien en querer pasar por la misma situación en la que está otro. Y esto, en una sociedad eminentemente competitiva como la actual, donde la comparación está a la orden del día y la capacidad de tolerancia a la frustración escasea cada vez más, hace que la envidia se haya convertido el pan nuestro de cada día.

Pero, ¿hay personas más propensas a la envidia que otras? ¿Es posible dejar de ser envidioso? La respuesta a la primera pregunta es afirmativa. Anhelar lo que otros tienen y vivir mas pendientes de lo ajeno que de lo propio indica una baja autoestima, inseguridad y egoísmo. Si se flojea en estos aspectos es probable que se peque más de envidioso. Por su parte, la contestación a la segunda cuestión también es positiva, siempre que se esté dispuesto a cambiar de actitud y dejar de ver los logros de los demás como una amenaza.

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