El nombre incienso proviene del latín ‘incensum’, es decir, quemar o encender, y hay pruebas de su uso desde varios milenios antes de Cristo. En culturas como la asiática, quemar incienso es algo cotidiano, ya sea en casa en los templos durante las celebraciones o rituales religiosos, y en España es un habitual en las procesiones de Semana Santa.Más allá de las connotaciones religiosas, espirituales e incluso esotéricas que tiene, su uso está también muy extendido en los países occidentales, donde se utiliza sobre todo para aromatizar y crear ambientes relajados; por eso es habitual verlo en clases de yoga, tai chi o meditación.Sin embargo, aunque sea muy utilizado, su humo no es inocuo, por lo que para usarlo sin riesgos deberemos tomar algunas precauciones.Básicamente, el incienso es una preparación a base de resinas aromáticas de origen vegetal que, mezcladas con aceites de distintas esencias, flores u sustancias también vegetales, desprenden un humo balsámico y aromas al arder.Las resinas más habituales son las de mirra, cedro, copal u olíbano, y los aromas y aceites esenciales se cientos por decenas: sándalo, romero, limón, lavanda… Y su formato más extendido es el de la tradicional varita, pero también encontramos conos, la resina pura o espirales.Se ha fabricado así durante milenios, sin embargo, debido a que su uso se ha extendido y para abaratar los costes, es habitual que se utilicen aceites minerales o sintéticos y otras sustancias.El humo nunca es inocuo, ni siquiera el que proviene de sustancias 100% naturales, y el del incienso, tampoco. En este sentido, la Universidad de Tecnología del Sur de China en Cantón realizó hace cinco años un estudio para averiguar si el empleo de incienso en lugares con poca ventilación o cerrados era perjudicial para la salud.Sus conclusiones fueron bastante alarmantes, pues en él se aseguraba que el humo que desprendía en incienso podría llegar a ser más perjudicial que el del tabaco al contener sustancias tóxicas tan finas que pueden penetrar fácilmente en los pulmones y provocar enfermedades tan graves como el cáncer.En el estudio también se reconocía que, al tratarse de una muestra muy pequeña y realizarse en animales y no en humanos, los resultados son limitados y hay que seguir investigando. Es decir, que no debe cundir el pánico, pero sí invitarnos a tomar algunas precauciones si decidimos encender incienso en casa, dado, sobre todo, a la falta de controles sanitarios sobre este tipo de productos y a los escasos estudios que hay publicados al respecto.Si te gusta disfrutar de una varita de incienso mientras lees,