Aparece durante el otoño o el invierno cuando la circulación de virus respiratorios aumenta. Aparece durante las últimas horas de la tarde y por la noche en personas con asma. Aparece también después de un ataque de risa o cuando algo que estamos comiendo o bebiendo se va «por mal camino». Nos referimos, claro está, a la tos.
La tos es un reflejo que actúa como mecanismo de defensa del aparato respiratorio. No sólo interviene para expulsar un exceso de mocos, sino también para proteger nuestros bronquios y pulmones de la inhalación de sustancias dañinas (humo, sustancias químicas irritantes…), de un fragmento de alimento con el que nos atragantamos o de aire excesivamente frío o caliente.
¿Qué pasa cuando tosemos? Varias fase
Antes de que escuchemos el sonido característico de un golpe de tos, tienen lugar varias fases.
Primero se activan los receptores de la tos a algún nivel (pulmonar, bronquial, traqueal, etc.). Esta activación produce un impulso que es transportado por el nervio vago hacia el sistema nervioso central.
Como consecuencia inhalamos aire. Concretamente, antes de un golpe de tos cogemos, aproximadamente, la mitad de todo el aire que cabe en nuestros pulmones.
Ese aire que ha llegado a los pulmones se comprime, hasta alcanzar una presión que ronda los 300 mmHg.