El sexo es, sin lugar a dudas, una de las actividades más placenteras para el ser humano: aumenta la sensación de felicidad, mejora el humor e, incluso, le hace sentir más energía para afrontar la rutina diaria. El orgasmo podría definirse como el punto álgido o culmen de un proceso en que no solo están involucrados los órganos sexuales sino también, y de una manera muy activa, el cerebro.
En la fase de estimulación física y sexual también se activan numerosas áreas y estructuras cerebrales, entre ellas el llamado circuito de recompensa que juega un papel fundamental en el orgasmo. ¿Cómo se produce esta conexión entre el área genital de la mujer o del hombre y su cerebro? Pues a través de los nervios. En el área genital existen una gran cantidad de nervios (por ejemplo, en el clítoris se estima que hay más de 8.000 terminaciones) y estos van enviando información al cerebro de lo que la persona está experimentando.
Estos nervios genitales se comunican a su vez con otros más largos que transmiten esa información a la espina dorsal y luego a la médula espinal hasta subir al cerebro. Los nervios más importantes en la transferencia nerviosa del orgasmo son el hipográstrico (que envía señales desde el útero en el caso de las mujeres y la próstata en hombres),