Las personas de más edad probablemente recuerdan la talidomida con cierto temor, y es comprensible. Hace décadas, esta sustancia protagonizó uno de los mayores escándalos en la historia de la industria farmacéutica: la llamada ‘catástrofe de la talidomida’.

Comercializado sin receta

La talidomida es un fármaco desarrollado originalmente por la compañía alemana Grünenthal GmbH que se comenzó a comercializar sin receta en 1957 como sedante y como calmante de la hiperémesis gravídica, que es el nombre que reciben las náuseas frecuentes en las primeras etapas del embarazo.

Inicialmente, la talidomida, bajo sus diversos nombres comerciales (Contergan, Varian, Softenon, Imidan, Entero-sediv…) gozó de un gran éxito, ya que se veía como un medicamento efectivo y seguro que no parecía producir efectos secundarios importantes y con bajo riesgo de sobredosis (lo que suponía un grave problema en muchos de los sedantes disponibles por entonces).

Sin embargo, en aquella época, los controles para la aprobación de medicamentos eran mucho más laxos (en algunos países, incluso, inexistentes) y no se había detectado una siniestra propiedad del compuesto: tenía dos formas, con la misma fórmula molecular pero con diferente disposición atómica. Una de ellas lograba los efectos buscados, pero la otra tenía efectos teratogénicos: provoca la aparición de malformaciones congénitas irreversibles.

Miles de personas con malformaciones

En poco tiempo,

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