Entre el 10% y el 20% de los embarazos acaban en un aborto espontáneo, que se trata de la pérdida repentina embrionaria o fetal no inducida antes de la semana 20 de la gestación. En este sentido, «la amenaza de aborto es el sangrado vaginal sin dilatación cervical que se presenta durante este marco de tiempo», siendo la incidencia probablemente más elevada debido a que algunos abortos ocurren en una etapa muy temprana del embarazo y pueden pasar desapercibidos, según explican en MSD Manuals.
En este sentido, uno de los posibles diagnósticos incluye el aborto retenido o en diferido, que se produce cuando «los tejidos de la placenta y del embrión permanecen en el útero, pero el embrión ha muerto y no ha llegado a formarse», detallan los especialistas de Mayo Clinic.
De esta manera, se trata de un tipo de aborto que se caracteriza por la detención de la gestación sin expulsar de forma espontánea el embrión o el feto y que suele ocurrir, generalmente, entre el segundo y tercer trimestre del embarazo. Puede pasar desapercibido durante días e incluso semanas, sin signos de alarma, lo que supone un grave riesgo para la salud de la mujer.
La principal diferencia con otros tipos de aborto es la sintomatología.