El embarazo y el nacimiento de un hijo es un momento que normalmente está rodeado de una gran ilusión, pero también es una etapa delicada en la que tanto la madre como el pequeño son especialmente vulnerables. Ello hace aún más dolorosas las complicaciones que pueden surgir.
Así, uno de los más trágicos desenlaces que pueden tener lugar es la muerte perinatal, que no es otra cosa que el fallecimiento temprano del feto o del recién nacido entre las 22 semanas de embarazo y los primeros siete días de vida.
Un período frágil
El periodo perinatal es precisamente ese, el comprendido entre la semana 22 de embarazo y el séptimo día de vida del bebé (de acuerdo con la definición que proporciona la OMS). En este lapso de tiempo, se produce una mortalidad relativamente baja (en España suele situarse entre los 4 y los 5 individuos de cada 1.000) por diversas causas.
Por ejemplo, pueden provocar esta mortalidad varios problemas de la placenta, distintas anomalías congénitas, complicaciones de la gestación o del parto o diferentes infecciones intrauterinas.
Sea como sea, hay que tener en cuenta que existe una serie de factores que aumenta de manera significativa el riesgo de muerte perinatal, y que en algunos casos están muy ligados a la desigualdad material: por ejemplo,