Morderse las uñas es un hábito frecuente en los niños. Según la Sociedad Española de Medicina Interna (FESEMI), un 30% de los jóvenes se comen las uñas. Resolverlo a tiempo es fundamental para prevenir las consecuencias que la onicofagia puede tener en la salud de los niños, ya que las infecciones, debido a las heridas que se provocan en los dedos, pueden empezar a ser recurrentes.
Los motivos por los que los niños puedan empezar a comerse las uñas pueden ser diversos. La Asociación Española de Pediatría y Atención Primaria (AEPAP) indica que la edad promedio en la que la onicofagia suele aparecer es entre los 3 y 4 años, y se relaciona con el estrés, un mero hábito o un problema serio que puede estar vinculado con el control de los impulsos.
En ocasiones, los niños empiezan a comerse las uñas porque otros amigos suyos lo hacen o porque se aburren, incluso por curiosidad. A esas edades tan tempranas es normal que quieran investigar. Sin embargo, el problema no es tanto que empiecen a hacer esto, sino que lo mantengan en el tiempo.
Aunque el estrés siempre se relaciona con las personas adultas, en realidad, los niños también sufren ansiedad y tensión, en ocasiones, a diario. Por eso,