En España, por lo general, el agua del grifo no sólo es apta para el consumo humano sino que además es de una gran calidad, gracias a los avanzados sistemas de filtrado y depurado con los que cuenta la infraestructura hidráulica. No obstante, como con tantas cosas, hay algunas precauciones que no está de más tomar para proteger nuestra salud.

Un mayor contenido en níquel

Una de estas pautas es evitar beber el agua del primer chorro al abrir el grifo. Puede resultar algo extraño, pero así lo recomienda desde el año 2005 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y lo recoge la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan).

Esto es porque hay ciertos factores que afectan al contenido de ciertos metales en el agua, como el tiempo de residencia del agua en las tuberías de distribución del agua o el tiempo de estancamiento.

Uno de estos metales es el níquel, un elemento que el organismo humano no necesita para su correcto funcionamiento y que en determinadas dosis puede resultar tóxico.

Pues bien, lo cierto es que en la mayoría de los casos, y salvo que exista algún tipo de contaminación, el agua que sale del grifo en España va a tener unos niveles tolerables de níquel para la mayoría de las personas.

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