Dentro de pocas semanas tendremos un nuevo gobierno con un mandato estable y la posibilidad de desfibrilar algunas de las políticas que el Partido Popular aparcó en la morgue. Ninguna estaba más helada que la cooperación internacional para el desarrollo, cuyas instituciones y presupuestos fueron salvajemente vapuleados durante la crisis.

El problema es que nuestro particular paciente va a resucitar en un mundo que se parece poco al de 2011. En este tiempo tan corto ha cambiado el contexto, los protagonistas y hasta el propósito mismo de la ayuda. Hoy operamos bajo una hoja de ruta global de desarrollo sostenible en la que la cooperación encuentra su mayor valor añadido en el apalancamiento de la creatividad, la voluntad y los recursos de una diversidad de actores. Y lo hacemos en un clima político poco amigo de las francachelas multilaterales.

Varios analistas hemos defendido en este periódico la necesidad de diseñar una arquitectura institucional que amarre y dé coherencia a las responsabilidades de España en estas cuestiones. Pero la consolidación de ese nuevo modelo –o la sofisticación del anterior, como mal menor– llevará todavía algún tiempo. Por eso es fundamental identificar oportunidades inmediatas de actuación en las que España demuestre su compromiso con un esfuerzo inteligente y renovado de cooperación internacional.

Una de esas oportunidades se producirá el próximo mes de octubre, cuando se celebre en Lyon la nueva conferencia de reposición financiera del Fondo Mundial Contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (FM). Esta institución público-privada ha desempeñado un papel fundamental en la lucha contra las tres grandes pandemias de la pobreza, cuya carga de morbilidad y mortalidad se ha desplomado a lo largo de los últimos veinte años. Solo en 2017, los programas del FM permitieron el acceso de 17 millones de personas a tratamientos contra el VIH y de 5 millones a los de la tuberculosis. También la distribución de casi 200 millones de mosquiteras impregnadas con insecticida que, junto con la distribución de paliativos y la experimentación de las primeras vacunas,

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