Somos expertos en posponer cosas importantes. Esperamos hasta el último momento para preparar un examen o un informe y apuramos al máximo para entregar la declaración de la renta. Somos auténticos procrastinadores, como se dice técnicamente. Demoramos tareas que podríamos hacer con más tranquilidad si las hubiésemos empezado un poco antes. Hay varias explicaciones de por qué tomamos estas decisiones. La primera es la pereza. Aceptémoslo: nos aburren ciertos trámites y tenemos la fantasía de que un buen día nos levantaremos con la energía suficiente para hacer lo que nos cuesta. Es posible que en muchos casos sea cierto, sobre todo cuando son labores tediosas. El problema es que también nos sucede con aquello que nos gusta. Por eso existe otro motivo más: buscamos inconscientemente el estrés.

Sobre el estrés pesa un gran sambenito. Compramos fármacos para combatirlo o practicamos técnicas para reducir sus efectos perniciosos. Sin embargo, hace algunos años se demostró que también tiene una parte positiva. Cuando vivimos situaciones estresantes nuestras células se fortalecen, sintetizamos proteínas y reforzamos nuestro sistema inmunitario. Esta es la razón por la que, después de un esfuerzo físico en el gimnasio, uno siente una sensación agradable. Gracias al estrés generamos más adrenalina y noradrenalina, lo que permite que nuestra mente se agudice y que nuestra atención sea mayor. Por ejemplo, si tenemos que preparar algo importante no nos concentramos de la misma forma si disponemos de todo el día que en caso de contar con una hora, cuando el nivel de exigencia es mayor.

más entradas de este blog

Si estamos obligados a realizar una operación en poco tiempo nuestro nivel de concentración aumenta y las interrupciones se reducen drásticamente, por lo que dejaremos el móvil aparcado en una esquina. Buscamos el estrés para activarnos, aunque nuestra respuesta sea inconsciente. El problema surge cuando calculamos mal y nos pasamos del plazo de tiempo del que disponemos. Entonces, esta situación deja de ser una reacción positiva para convertirse en algo que realmente nos daña. Para evitarlo y convertir al estrés en nuestro aliado,

 » Más información en elpais.es