El estrés, sobre todo si es prolongado, puede repercutir muy negativamente en nuestra calidad de vida y en nuestra salud. Y es que está bastante comprobado que mantener unos niveles elevados de estrés eleva la tensión arterial, puede provocar problemas cardiacos, nos hace más propensos a la diabetes, altera el sueño, puede ocasionar problemas de ansiedad y depresión, problemas en la piel… y un largo etcétera. En casos no tan excepcionales puede provocar incluso un tipo de parálisis facial idiopática, la conocida como parálisis de Bell, que suele ser temporal si se trata a tiempo y que produce la paralización de los músculos de un lado de la cara.
La parálisis de Bell afecta a 25 personas de casa 100 mil al año y tiene lugar cuando, de manera repentina se debilitan e incluso se paralizan los nervios de un lado de la cara (en raras ocasiones afecta a los dos lados). Como consecuencia, un lado de la cara queda caída, uno de los ojos no cierra por completo y se producen otros síntomas como babeo, pérdida del gusto, dolor de mandíbula o dentro o detrás de la oreja o lagrimeo, entre otros.
Aunque no se conoce con exactitud la causa, se cree que es resultado de la hinchazón e inflamación del nervio que controla estos músculos de un lado de la cara.