Eres de los que piensa que tu mascota solo te quiere porque le das de comer y tus hijos porque subvencionas sus caprichos. No te fías de las ONG, opinas que todo el que pide limosna es para gastarlo en drogas y cuando tu compañero de trabajo se desahoga contigo hablando de la enfermedad de su padre, simplemente ves a un hombre que quiere dar pena para que le cambies el turno. Además, no te tragas eso de que la verdura y la fruta son fuente de salud porque te imaginas que detrás existe un poderoso grupo de presión que paga para que salgan a la luz estas informaciones, y, por supuesto, el vecino tiene tantos detalles con su mujer porque en realidad le debe estar poniendo los cuernos.

Para ti, todos los ricos lo son por haber robado, los guapos son tontos y ya ni siquiera quieres seguir leyendo esto porque seguro que detrás de este artículo se esconde una conspiración para forzarte a pensar como los demás. Si te has sentido identificado en la mayoría de estas afirmaciones, ¡enhorabuena!, eres un auténtico cínico. Pero no te vengas arriba porque no hay nada que celebrar. Ser un cínico puede perjudicar seriamente la salud. Si eres uno de ellos, probablemente no te creerás nada de lo que leas aquí, pero, aún así, hay que advertirlo: que uno piense con toda naturalidad que el egoísmo es el verdadero motor que guía el comportamiento humano, puede generar en enfermedades tanto físicas como mentales (a las que no siempre sabemos cómo referirnos).

Mayor riesgo de mortalidad y menor poder adquisitivo

A lo largo de los años, varias investigaciones han dibujado un futuro un tanto pesimista en términos de salud para los cínicos, pues han asociado esa visión negativa de la naturaleza humana con un mayor riesgo de mortalidad, menor bienestar psicológico, disminución de la autoestima e incluso menor poder adquisitivo. Todo ello confirma que la manera que vemos el mundo definitivamente tiene efecto en nosotros mismos, y si lo miramos siempre con hostilidad,

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