Llega la adolescencia y aunque uno mismo haya pasado por ello hace un puñado de años y otros padres de nuestro entorno nos hayan advertido en numerosas ocasiones, no logramos entenderlo. ¿Por qué mi hijo adolescente, ese que hasta hace nada vivía pegado a mí y era tan cariñoso, ya no me cuenta nada y prefiere estar solo? ¿Tan mal lo he hecho como padre/madre? La respuesta es no.

Sencillamente que la película ha cambiado. El hasta ahora niño tenía en sus padres, sus profesores y otros adultos de su entorno unos referentes a seguir, sin embargo, con la llegada de la adolescencia su entorno se amplía, ya no pasa todo su tiempo libre con la familia, comienza a elegir sus propias amistades y también a desarrollar su pensamiento crítico y autoafirmarse. Sencillamente, están buscando su propia identidad y por eso buscan diferenciarse de sus padres e identificarse cada vez más con los amigos y hacer planes con ellos.

Para nada. Que los adolescentes tomen distancia con su familia y se aíslen de sus padres no es preocupante. Lo raro sería que no quisieran separarse de ellos y tampoco no apareciesen en él la necesidad de intimidad y de reserva, dos aspectos que confirman que el adolescente se está desarrollando bien. Que un joven lo cuente todo indica que tiene necesidad de que todo el mundo se entere parar ganar seguridad. Además, si no toma un mínimo de distancia con sus progenitores le costará más madurar y establecer sus propias relaciones sociales.

Mucho. El papel de los padres resulta fundamental. Si queremos que el adolescente madure sin complejos y de forma sana hay que dejarle espacio para que vuele, para que tome sus propias decisiones, se equivoque y vuelva a empezar.

Hay que permitirles que marquen distancia y que creen su propia intimidad. Algo que pasará por cerrar la puerta de la habitación, encerrarse en el baño, contar pocas cosas de sus amigos y de la escuela… Nuestro papel es el de respetarle y evitar conductas inapropiadas como entrar en su cuarto para espiarle, revisar sus cosas o intentar saber con quién está en cada momento.

1. Dejar de tratarles como niños

Ningún adolescente se acercará a nosotros si seguimos tratándole como si fuese un niño: diciéndole lo que debe hacer, dándole consejos que no ha pedido, espiándole,

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