Gracias por escribir mi historia, dice Rosa Domingo. Pero su historia la escribe ella sola con la fuerza de sus palabras. Una historia que empezó la mañana del 2 de enero de 2018 en París. Se miró al espejo y vio que su pecho estaba diferente, se retraía el lateral hacia la axila y el pezón estaba diferente. Rosa tiene 46 años, nació en Barcelona, es madre de dos hijos, Daniel y Claudia, tiene una empresa e impulsa la primera inmobiliaria ética de Barcelona.
“El último año no me había hecho la mamografía. Al ver mi pecho, ya supe que algo malo estaba pasando. Desperté a mi marido y le dije que tenía que darle una muy mala noticia”. No recuerda mucho más de ese día, pero el diagnóstico fue cáncer de mama. Pruebas, más pruebas, mucha información y dolor de cabeza. Así fueron los primeros días. Rosa habló primero con los niños: “No les puedes engañar. Ellos sabían que algo estaba pasando porque me veían llorar y les expliqué que tenía una pupa en el pecho. Ellos son muy listos y a veces no preguntan por miedo a la respuesta. Pero una tarde, Daniel vio encima de mi cama un folleto de alimentación aconsejable para procesos de cáncer y me preguntó: ‘Mamá, ¿tienes cáncer?’. Le dije que sí”.
Seis meses de quimio, en dos fases, para llegar a la operación el 18 de julio. “Cuando en enero me dieron la pauta de todo lo que me iba a pasar, pensé: ‘¿Qué voy a hacer con todos los finales de curso y las fiestas de los niños?, me cogerá de lleno’. Pero al final puede ir a todo”.
“La gente no sabe cómo acercarse a ti, no sabe cómo afrontarlo. Yo aconsejo: cuanta más naturalidad mejor”
Es una carrera de obstáculos que Rosa ha combatido con naturalidad. Incluida la caída de pelo: “Es lo que la gente ve. Es lo que los niños han vivido más. Yo no podía subir al colegio si no era con la peluca. Hasta que un día Claudia me dijo: ‘Mira,