Los momentos en el sofá del salón, antes de irse a dormir, eran especiales. Acurrucado junto a su madre, Martín escuchaba atentamente el fragmento del cuento que tocaba esa noche. Durante quince minutos, atendía la historia que Laura le contaba de manera pausada. A lo largo de ese tiempo, su madre le explicaba por qué el protagonista se encontraba triste, cómo disfrutaba jugando en los columpios del parque junto a sus amigos o por qué se había enfadado. Al finalizar la lectura, siempre surgían carantoñas, abrazos o achuchones que le hacían reír hasta que le dolía la barriga. Estímulos y emociones, como estos, disfrutados en el entorno familiar ayudan a los más pequeños a construir su mundo interior y a interpretar la realidad exterior. No en vano, dicen los expertos, la familia es la primera escuela para el aprendizaje. Un aprendizaje que, en palabras del doctor en Neurociencias Francisco Mora, se produce solo si se ama aquello que se quiere aprender, y está ligado estrechamente a la emoción.

Hoy se sabe que el cerebro cambia biológicamente, por efecto de la plasticidad neuronal, con cada experiencia; que cada cerebro es único o que las emociones juegan un papel preponderante en el aprendizaje y la memoria. Por eso, Nora Rodríguez CEO & fundadora de Happy Schools Institute (HSI), Neurociencias y Educación para la Paz, explica la importancia que tiene que los padres aprendan neuroeducación, puesto que son los primeros diseñadores del cerebro de los hijos. “Las neurociencias han demostrado cómo funciona el cerebro en tiempo real, y esto le otorga la oportunidad de sintonizar mejor con sus hijos, no solo a nivel afectivo, educativo y práctico. Por ejemplo, muchos ya ponen en práctica las ventajas de enseñarles a volver sobre sus pasos si no han hecho algo del todo bien, porque han entendido que equivocarse es, ni más ni menos que, una gran oportunidad para aprender”. La fundadora de HSI apunta que “lo interesante es que, al asumir un papel de compromiso emocional en la educación de los hijos, los padres también cambian la química del cerebro,

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