Los parques de Madrid se convirtieron este miércoles en improvisados patios de colegios para miles de niños en su primer día sin clase por el coronavirus. El buen tiempo, 25 grados llegó a alcanzar la capital, favoreció que los más pequeños y sus padres y, sobre todo, abuelos decidiesen estrenar sus vacaciones forzadas al aire libre. «No pueden estar encerrados en casa, tienen que salir un rato al parque», explica Elsa, madre de Bruno, de dos años, y Nico, de seis.

En su caso tiene la oportunidad de trabajar desde casa y se ha organizado con su pareja para poder compaginarlo con el cuidado de sus hijos estas dos semanas. Han decidido establecer horarios para los niños y eso incluye un rato en el parque. «En nuestra urbanización los padres lo están haciendo así», reconoce. Aunque asegura que hay quien ha decidido no bajar a los niños a la calle para «no tentar a la suerte».

Una huelga de profesores para frenar una epidemia

El jardín está lleno. Más o menos una veintena de niños corretean o juegan en los columpios. Entre ellos, Luis. Tiene siete años y se ha quedado al cargo de su abuela, que no le pierde ojo desde el banco. «¿Cómo no le voy a echar una mano a mi hija?», cuenta Sagrario, que se ocupará del pequeño estos días hasta que su madre pueda recogerlo a partir de las cinco de la tarde. «Ella trabaja de cara al público y no ha podido cogerse días», dice.

No está preocupada porque el niño pueda transmitirle la enfermedad. Sí, porque esta situación se pueda alargar y afecte al rendimiento escolar de Luis.

Rendimiento escolar

Una preocupación que comparte Fernando. Tiene tres niños. La mayor, que ya está en el instituto, acaba de realizar los exámenes del segundo trimestre. Los otros dos que están en secundaria, estaban en mitad de la segunda evaluación cuando el cierre de su colegio alteró los planes.

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