La vacunación es uno de los procedimientos más exitosos en salud pública para prevenir las infecciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que desde 2001 la vacunación ha evitado 20 millones de muertes, sólo en países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Por no hablar de los beneficios sociales y económicos (unos 260.000 millones de euros de ahorro).

En este artículo vamos a comentar una nueva estrategia que están siguiendo los científicos para desarrollar vacunas más eficientes frente a diversos virus, incluido el SARS-CoV-2, causante de la Covid-19.

La importancia de los «buenos» anticuerpos

Las vacunas más exitosas hacen que nuestro organismo produzca los denominados «anticuerpos neutralizantes» (AcN). Estos AcN se unen a los virus, normalmente a proteínas de su superficie, impidiendo que infecten nuestras células. En otras palabras, los «neutralizan».

Estos AcN no son unos anticuerpos cualesquiera. Tienen que tener unas características definidas:

– Deben unirse fuertemente (con «alta afinidad») al virus y no soltarlo. Es preferible que reconozcan proteínas del virus en buen estado (estado «nativo»). Además, deben ser AcN de «amplio espectro», es decir, que se unan a sitios del virus que no cambien (que no muten) durante su evolución. De este modo evitan que el virus escape a su acción neutralizante mediante la generación de nuevos subtipos y variantes.

– Asimismo, es deseable que la respuesta del organismo consista en la producción de anticuerpos dirigidos frente a distintos sitios del virus (la unión hace la fuerza y evita que el virus se escape).

– Y, finalmente, tienen que producirse en cantidades suficientes para garantizar la protección frente a la infección.

Los «buenos» anticuerpos son inducidos por «buenas» proteínas

Los AcN de amplio espectro (los buenos anticuerpos) son normalmente inducidos por las proteínas que se encuentran en la superficie del virus y que son esenciales para la entrada en la célula diana.

 » Leer más