Por el estatus de tabú que la cultura occidental ha otorgado al sexo, existen muchas cuestiones incluso de naturaleza fisiológica que una gran parte de la población desconoce e incluso que han empezado a ser investigadas científicamente sólo en tiempos recientes. Estas lagunas se amplifican cuando hablamos de la experiencia y el cuerpo de la mujer, sobre cuya sexualidad ha caído tradicionalmente un doble velo, y aún más si se trata de su placer.
Es por ello que existen aún muchos mecanismos relacionados con el orgasmo femenino, como es el caso de la eyaculación femenina, cubiertos de mito o directamente ignotos por amplios sectores poblacionales.
La eyaculación femenina se puede definir como la emisión de un líquido blanquecino desde la vulva durante la actividad sexual y especialmente durante el orgasmo femenino.
Se trata de un fenómeno real y que experimentan todas o la gran mayoría de las mujeres y las personas con vulva (si bien puede ocurrir que no se den cuenta, ya que puede ser en pequeñas cantidades). Durante mucho tiempo se creyó que este líquido, que sí que era conocido por los fisiólogos, no era otra cosa de orina. Sin embargo, desde finales de la década de los 90 se han llevado a cabo varias investigaciones que han determinado que, aunque puede contener cantidades variables de orina diluida,