Laura Olmedo tiene 34 años y es enfermera de quirófano. Por su profesión le ha tocado pasar por momentos difíciles pero afirma categóricamente que ninguno se asemeja a los que está viviendo ahora. Ella ha sido testigo directo de las trágicas consecuencias del coronavirus desde el Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid). Hasta la semana pasada, cuando le comunicaron que había dado positivo en el test del virus.

La joven se encuentra entre los 3.910 profesionales de la Sanidad que según las cifras oficiales están contagiados. Presentó fiebre, una baja saturación de oxígeno y aún se la oye toser varias veces al otro lado del teléfono, pero no tiene neumonía por lo que pasará la cuarentena en casa y con paracetamol. Lo que lleva peor es no poder seguir «en primera línea, a pie de cama». «Lo mío es vocacional, desde muy pequeña supe que quería ser enfermera y ayudar a la gente y siento rabia, pero la canalizo a través de la escritura», cuenta.

Esa escritura la está haciendo pública en un blog que inició para opinar sobre musicales, obras de teatro y eventos y que nunca pensó que emplearía para hablar de una pandemia que está obligando al personal sanitario a enfrentarse a situaciones extremas. Lo hace para contar su historia, para atender a quien lo pueda necesitar y para denunciar la falta de recursos con la que trabajan.

«He visto cosas que me han dejado en shock, que jamás quiero volver a ver, grabadas en mi retina; he visto tomar decisiones que jamas deberían tomarse y por primera vez en toda mi carrera he salido llorando del curro de impotencia y ya van 13 años», puede leerse en uno de sus post. «Nos han puesto un teléfono de ayuda psicológica por si lo necesitamos porque estamos viendo cosas para las que no estamos preparados. En nuestra profesión lidiamos con la muerte pero no a estos niveles. La gente viene a morir sola, no se puede despedir de sus familiares, y a mí se me parte el alma», precisa a este diario y con ello pone de manifiesto las dramáticas secuelas del aislamiento al que se somete a los enfermos para intentar frenar la propagación del Covid-19.

Las circunstancias conllevan una carga emocional que se agrava cuando son familiares,

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