Durante la Primera Guerra Mundial un virus atacó a los combatientes de ambos bandos, con un gran número de bajas. Un enemigo sanitario que se desperezó sin que la ciencia de la época lograra explicar su origen ni su agresividad. Una epidemia que se extendió por Europa en 1918 hasta convertirse en terrible pandemia. A este tipo de influenza, que más tarde se determinó su procedencia norteamericana, se le llamó ‘la gripe española’, cuando la propaganda aliada la atribuyó a la industria española que producía los enlatados que llegaban al frente. En 1919 el virus dejó de matar.

No deja de ser paradójico que casi un siglo después fuera un español el que reconstruyera el virus en un laboratorio de Nueva York, con la intención de estudiar «cómo se pueden prevenir y tratar las infecciones víricas, sobre todo las causadas por los virus de la gripe», afirma Adolfo García-Sastre, el investigador que dirige el equipo científico que ‘resucitó’ el virus. «No llegó a desaparecer, pero cambió y perdió su virulencia original».

El virus reconstruido de la «gripe española» solo existe en unos pocos laboratorios del mundo

Por su contribución a la microbiología, García-Sastre fue nombrado miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de EE UU a principios de mayo, un honor reservado a los científicos más notables.

«Uno de los misterios de los virus de la gripe ha sido precisamente qué tenía de especial el que causó la pandemia de 1918, que mató a tanta gente, algo que no se había visto hasta entonces y que no se ha vuelto a repetir», explica García-Sastre, doctorado en Salamanca y actual director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes de la Escuela de Medicina de Mount Sinai. «Ese año no se sabía que la gripe la causaba un virus. Los primeros virus de la gripe fueron aislados en los años 30 y,

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