Aun en plena etapa invernal, las infecciones víricas constituyen una de las principales amenazas para todos los grupos poblacionales, aunque con especial énfasis en los niños. Muchas de ellas acarrean la aparición de fiebre en los más pequeños, al ser un mecanismo de defensa del organismo para combatir los gérmenes. Si la temperatura que presenta el niño es superior a 37,5 °C, debemos tener en cuenta una serie de pautas para propiciar el bienestar del afectado.

Esta elevación de la temperatura normal del cuerpo, aunque pueda resultar preocupante en los primeros años de vida, es una afección muy habitual. Según el doctor Henry Marcano, coordinador de urgencias pediátricas del Hospital Universitari General de Catalunya, “la causa más frecuente en los niños es una infección vírica”. Para un correcto autodiagnóstico del proceso febril, no se debe poner “la mano sobre la frente”, es obligatorio cotejarlo con un termómetro.

Los primeros pasos para tratar la fiebre infantil consisten en mantener “una temperatura ambiental agradable” y no poner “mucha ropa al niño”, explica el doctor Henry Marcano. Asimismo, “no es necesario bajar la fiebre en todas las circunstancias, solo si el niño está molesto”, algo que suele ocurrir “a partir de 38-38,5 °C”. No obstante, se recomienda en cualquier caso mantener al paciente hidratado, ofreciéndole abundantes líquidos pero sin forzarle.

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