El consumo de frutos secos es imprescindible en una dieta sana y equilibrada, ya que pueden contribuir en el tratamiento de determinadas patologías, como la obesidad, y cada vez más estudios relacionan su ingesta con la diabetes y con su actividad para proteger la salud cardiovascular.

En este sentido, se recomienda la ingesta de tres a siete raciones semanales de aproximadamente 20 o 30 gramos de frutos secos, según la Fundación Española del Corazón (FEC). Algunos de los frutos más saludables son las nueces, las avellanas, los anacardos o las almendras, y su composición «incluye menos del 50% de agua y un bajo contenido de hidratos de carbono, pero son ricos en proteínas y grasas», añaden.

Originaria de Asia, la avellana es un fruto del avellano común, familia de las betuláceas, que se caracteriza por su composición nutricional rica en «ácidos grasos insaturados, monoinsaturados, fibra, fósforo, magnesio, calcio, hierro, potasio, vitamina E, vitamina B6, folatos, tiamina y niacina», tal y como detallan en la Fundación Española de la Nutrición (FEN).

Como ocurre con otros frutos secos, las avellanas apenas contienen agua, pero sí un alto porcentaje energético. Además, son fuente de fibra y no tienen colesterol. Por tanto, contribuyen al funcionamiento normal del aparato digestivo y regulan el tránsito intestinal.

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