Los profesionales sanitarios son «nuestro escudo frente al virus, merecen la gratitud de todos», aseguraba el viernes el presidente del Gobierno, cuando anunciaba la adopción del estado de alarma en España frente a la enfermedad del COVID-19. Médicos, enfermeros, auxiliares, psicólogos, celadores… en definitiva todo el personal sanitario está en la primera línea de batalla contra esta pandemia. Trabajan sin descanso durante larguísimas jornadas para atender a los cientos de pacientes que, gracias a ellos, lograrán en su gran mayoría salir adelante.

Pero ¿cuáles son sus condiciones laborales en una situación normal? Centrémonos sólo en los médicos por un momento. En España tenemos 4 médicos por cada mil habitantes. Pero en los dos últimos años se han ido a ejercer fuera de nuestro país 4.600 titulados, una cifra superior a más de la mitad de los nuevos MIR (médico interno residente), según datos de la Organización Médica Colegial. Esta fuga de talentos nos pasa factura. La mayoría de los que se van son médicos menores de 35 años y es muy llamativo que no sean precisamente los que están en paro quienes deciden abandonar España (sólo el 4% de los que se fueron en 2019 se encontraban en desempleo), sino los que ya trabajan en hospitales o en atención primaria. ¿Dónde se van? El grueso, un 65%, a otros hospitales y a consultas de medicina primaria de otros países, fundamentalmente Francia y el Reino Unido. Otros se van a proyectos de cooperación humanitaria y otros a seguir estudiando.

¿Por qué se van? Sobre todo, por la precariedad laboral, ya que abundan los contratos de meses o días, algo que hace inviable planificar un futuro.

Además de los seis años de carrera, un médico debe aprobar el MIR y luego realizar cuatro o cinco años de residencia para poder tener la especialidad que le permita trabajar como tal. Eso significa que ellos, y también la propia sociedad,

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