La patronal de los salones de juego y locales de apuestas está de uñas contra el borrador del decreto del Gobierno regional que pretende regular su actividad, con medidas como que no se pueda abrir uno de estos locales a menos de 100 metros de centros educativos o la obligación de dedicar una persona en exclusiva al control de accesos. Si esta medida se aprobara tal y como está redactada, advirtió ayer el sector, podría suponer el cierre de unos 200 locales de este tipo de los 653 con los que cuenta la región (459 salones de juego y 194 locales de apuestas) y una pérdida de unos 1.400 empleos.

“Nuestros clientes no son los estudiantes. Cerca de los colegios hay todo tipo de negocios, de bares a sex shop, y el nuestro es un negocio como otro cualquiera. Los centros de enseñanza también están en las grandes avenidas. Por sentido común no es nuestro público objetivo”, explicó ayer José Vall, presidente la Asociación Española de Empresarios de Salones de Juego y Recreativos (Anesar). Alejandro Landaluce, director general del Consejo Empresarial del Juego (Cejuego), añadió: “No se busca que entren los menores, porque está prohibido y conlleva sanciones”. Sin embargo, según un análisis de EL PAÍS, uno de cada cuatro centros de bachillerato y FP de Madrid de la capital se halla junto a menos de 150 metros de uno de estos locales.

Alejandro Landaluce, director general de CEJUEGO, y Juan Lacarra, secretario general de ANESAR, este martes.Alejandro Landaluce, director general de CEJUEGO, y Juan Lacarra, secretario general de ANESAR, este martes. David G Folgueiras

La patronal planteó que la futura norma no afecte a las empresas que ya estén instaladas cerca de centros educativos. “A la gente que ha abierto un local y ha cumplido la ley no se le puede decir ahora que tienen que cerrar, porque eso rompería la seguridad jurídica. Se puede buscar otra solución si nos sentamos a hablar. También hay colegios que se han abierto a posteriori donde ya había un bingo o una sala de juego”, explicó Landaluce. El sector propuso, en cambio, que se regule la distancia entre los propios establecimientos de juego para evitar que proliferen varios en una misma avenida.

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