Las crónicas que nos han llegado del final de la Edad Media en el centro de Europa cuentan una extraña y curiosa historia. Sin motivo aparente, de pronto, grupos de hasta miles de personas inundaban las calles de una ciudad cualquiera y bailaban sin control. En la época, el extraño fenómeno se llamó baile de San Vito, y era visto con miedo y horror.

Imaginemos una agradable mañana de julio. Es el año 1518, y nos encontramos en Estrasburgo. Nos asomamos por la ventana de nuestra vivienda para apreciar el benigno clima… y de pronto algo llama nuestra atención. La calle está llena de gente bailando, descoordinadamente y sin ninguna música que podamos apreciar claramente.

La epidemia de baile de 1518 no es ni mucho menos la primera de la que tenemos constancia, pero es una de las mejor documentadas. Al parecer, cuenta el médico Paracelso, se inició con una sola mujer, una tal Frau Troffea, y terminó con cientos de personas bailando hasta morir, presumiblemente de ataques al corazón, derrames cerebrales o puro agotamiento.

Lo más irónico es que, según recoge el historiador Rober E. Bartholomew en su libro Little Green Men, Meowing Nuns and Head-Hunting Panics, la reacción de las autoridades pasó por contratar músicos que tocaran para los enfermos,

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