Si oímos hablar de cereza de las Indias o cereza de las Antillas lo lógico es pensar que se trata de un fruto parecido a la cereza autóctona, al menos en forma y/o color. Sin embargo, al comer esta fruta exótica nos llevaríamos una buena sorpresa si esperamos que tenga el sabor dulce al que estamos acostumbrados por estos lares. Todo lo contrario: su potencial, la alta cantidad de ácido ascórbico que posee, le provoca un sabor extremadamente ácido.
Hablamos de la Malpighia emarginata, conocida comúnmente como acerola, una planta originaria de América Central, propia de países tropicales y subtropicales, siendo Brasil el principal productor y exportador en la actualidad. Por su forma, textura y color también se llama cereza colorada, manche o semeruco.
La acerola está haciendo las delicias de aquellas personas que disfrutan con descubrir plantas y frutos/as exóticas que encierren múltiples propiedades para el organismo y que las diferencien de las especies cultivadas en España. Lo que al otro lado de Atlántico se ha dado en llamar superalimentos. En este caso, aunque en un principio se consideró la planta solo por su valor ornamental, desde el siglo XIX se conoce su uso culinario y el valor comestible de la fruta está ganando enteros desde entonces.