Despedir a los muertos es un ritual en nuestra civilización pero también una de tantas cosas que el coronavirus ha alterado: el confinamiento para frenar los contagios impide acompañar a los enfermos, así como asistir a funerales o actos públicos de despedida.

Esto puede derivar en duelos más complejos, explica el psicólogo clínico del Hospital General de Valencia Mariano Navarro y la catedrática de Psicología Clínica de la Universidad Complutense Mari Paz García-Vera, ambos expertos en emergencias.

A continuación, sus recomendaciones para intentar aliviar la pérdida de un ser querido durante esta crisis epidemiológica:

– Cuando el pronóstico del paciente sea desalentador, Navarro recomienda «empezar a tomar conciencia de la realidad» y, en la medida de lo posible, iniciar un proceso de despedida.

– El adiós puede hacerse «a través de acciones concretas, como escribir una carta que alguien pueda leer a su ser querido, grabar un audio aunque el paciente se encuentre sedado, o iniciar un trabajo interno que conecte ambos corazones desde la distancia y pueda generar un mínimo sentimiento de paz, cerrando cualquier asunto pendiente».

– Navarro estima «irremediable» que en estos momentos los familiares se vean afectados por toda una serie de emociones asociadas a esta vivencia, que si posteriormente no son trabajadas «pueden generar heridas abiertas que condicionen de forma muy negativa la sana elaboración del duelo».

– Cuando pase la crisis sanitaria, ambos expertos plantean hacer actos o ceremonias especiales para despedir adecuadamente al fallecido, rodeado de todo el amor de los suyos.

– Generar apoyo entre la familia. En estos momentos, el núcleo familiar no va a poder juntarse y estar en el tanatorio pero sí hablar por teléfono. Los actos de grupo hay que postergarlos a que todo esto pase, pero sí hay otros actos individuales y en pequeña familia que se pueden hacer, indica la catedrática.

– La ausencia de contacto físico -continúa- se puede suplir por algo que hoy cuesta mucho hacer: decirle a la gente lo importante que es para nosotros. Y mejor conversaciones telefónicas largas, no tanto el whatsapp.

– Aceptar un cierto grado de evitación o de distanciamiento emocional (no lloro, no estoy hecho polvo) es normal. Se trata de una respuesta de supervivencia y lo esperable es que poco a poco se supere. Tampoco esto debe hacernos sentir culpable y se necesita tiempo,

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