“Deja ir a mi pueblo porque, si te niegas, la mano del Señor vendrá sobre tus ganados que están en el campo: sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacas y sobre las ovejas. Y el Señor hizo esto al día siguiente, y perecieron todos los ganados de Egipto”. Los profesores Ali S. Khan y Carl V. Smith se preguntaban en un estudio publicado en The Lancet en 2016 si el virus de la Fiebre del Valle del Rift era la quinta plaga bíblica que envió dios a los faraones. Fuese o no, lo que sí está científicamente comprobado es que en la actualidad esta enfermedad fulmina al ganado, provoca abortos a las hembras y puede transmitirse a los humanos por el contacto con animales enfermos. Un estudio ha concluido ahora que también puede representar una amenaza letal para los fetos humanos.

Un grupo de investigadores lo descubrió en 1930 al estudiar la devastación en una granja de ovejas en Naivasha, una localidad keniana ubicada en el valle que da nombre al virus. El ganado infectado vivía en una zona cercana al lago del mismo nombre y una zona en la que hay abundancia de mosquitos que actúan como vectores de transmisión. Desde entonces se ha documentado su expansión por todo África y parte de Asia; la peor epidemia se produjo en Egipto en 1977. Lo más relevante es que hay un indicador inequívoco de que el virus ha contagiado a un rebaño: todas las hembras sufren abortos.

Amy L. Hartman, profesora de la Universidad de Pittsburgh especializada en enfermedades infecciosas y microbiología, se preguntó si las consecuencias que este virus tiene en las hembras preñadas puede reproducirse en las mujeres embarazadas y causarles abortos o malformaciones en el feto. “En este tipo de enfermedades, se suele pasar por alto a las embarazadas. Una vez que sucedió el brote del zika me planteé si el efecto que vemos en el ganado se puede dar también en las humanas”,

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