Resulta sorprendente que el limón, una de las frutas con más potencial de nutrientes, pueda ser perjudicial para alguien. Más allá de la alergia, que de hecho es una de las menos frecuentes, existen circunstancias que no hacen recomendable su ingesta, sobre todo si la persona padece algún tipo de patología digestiva previa.

En los últimos años se han popularizado las bebidas con frutas en aras de favorecer un estilo de vida saludable. El limón también ha tenido su momento, difundiéndose ciertos bulos sobre los supuestos beneficios de tomar un vaso de agua con limón en ayunas, como perder peso o ayudar a disolver cálculos renales.

Lo que la ciencia sí ha constatado es que la gran cantidad de vitamina C que posee el limón, como cítrico que es, fortalece las defensas del organismo e interviene en la formación de tejidos. Beneficios a tener en cuenta, pero que al mismo tiempo suponen una contrapartida para nuestro sistema digestivo: eleva la acidez gástrica y puede favorecer el reflujo.

La contraindicación del limón es especialmente delicada si se tiene en cuenta que es una de esas frutas que siempre están presentes en los hogares, en cualquier época del año estará en el frutero.

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