El embarazo es un momento muy importante en la vida de muchas mujeres, pero también uno muy delicado; por todos los cambios que experimenta nuestro cuerpo, es muy importante vigilar de cerca nuestra salud y la del futuro bebé. Y una de las principales precauciones que deberemos tomar será atender a lo que comemos, ya que la gestación nos obliga a renunciar a algunos alimentos que en otro momento podríamos disfrutar con normalidad.
Por ejemplo, no podremos probar determinados pescados, quesos azules o productos cárnicos, así como, por supuesto, tabaco o alcohol. Pero, ¿Qué ocurre con la salsa de soja?
Lo cierto es que, aunque no queda prohibida (y de hecho las madres japonesas y de otros lugares de Asia tradicionalmente han continuado consumiéndola durante el embarazo ) sí que se recomienda consumirla con moderación y atender a la variedad que se consume.
Por una parte, muchos de los tipos de salsa de soja que encontramos más frecuentemente en los supermercados occidentales (como son la koikuchi o la usukuchi) contienen grandes cantidades de sal, por lo que debemos limitar su consumo.
Por otra, muchas de las opciones más baratas corresponden a lo que se llama «salsa de soja química», elaborada mediante hidrólisis de harina de soja en lugar de por el método tradicional de fermentación.