El cine, la televisión, la literatura… son en gran parte culpables de la idealización del amor romántico que impera en la sociedad. Cada vez más hombres y mujeres pueden elegir su camino con total libertad, tienen acceso al mercado laboral y disfrutan de unas relaciones sociales más variadas pero, sin embargo, la gran mayoría siguen buscando el amor eterno o (al menos) para toda la vida.
Pero, ¿todavía es posible conseguirlo en pleno siglo XXI? Al menos contamos con dos factores a nuestro favor. El primero, que el concepto de estar con alguien por sacrificio o por aguante que imperó en muchas de las relaciones de nuestros padres y abuelos está ya bastante caduco, lo que implica que dos personas pueden elegir estar juntas de una manera más libre y consciente. Y segundo, y más importante, que hoy en día nadie nos va a mirar cómo si fuésemos bichos raros por no estar en pareja y vivir de forma independiente, por lo que si el objetivo no se consigue no tenemos que vivirlo como un estigma. Agarrémonos a la frase del filósofo Ortega y Gasset: «Hay quien ha venido al mundo para amar a una sola persona y, consecuentemente, no es probable que tropiece con ella».
Encontrar a la media naranja es complicado pero si, a pesar de todo, todavía estamos dispuestos a no tirar la toalla y abordar la búsqueda, estos son algunos de los puntos que debemos tener en cuenta para que la relación con nuestro compañero o compañera perdure por muchos años:
Según distintos estudios, una de las características prioritarias para que una relación tenga solidez y perdure es el compromiso entre las dos partes con la relación. No se trata de un compromiso que se sostenga solo por los hijos o una hipoteca sino por razones mas profundas basadas en el deseo de construir algo juntos, tener los mismos objetivos y un plan de futuro. En definitiva, elegir un compañero de viaje para nuestra vida.
Otro de los puntos fuertes para que una relación se prolongue durante el tiempo es la mutua admiración. Ser fan del otro, apoyarle en sus proyectos, verle crecer como persona y, por supuesto, que éste sea un sentimiento recíproco.
El sexo es uno de los grandes motores de la pareja pero no el único. Es importante buscar y valorar que el otro nos aporte también seguridad,