Tener un pensamiento, que se repite una y otra vez, dar vueltas al mismo problema o preocupación incluso de manera inconsciente hasta que se vuelva obsesivo. La rumiación del pensamiento, como se conoce en psicología, aparece «cuando nuestro foco de atención se queda ‘enganchado’ en un elemento real o imaginario que nos produce estrés o malestar», destaca el psicólogo Adrián Triglia, en un artículo en Psicología y Mente.

Durante este proceso, el pensamiento se vuelve prácticamente estático y «encerrado en un circuito que lo hace moverse en bucles», aclara. De tal manera que escapa de nuestro control y de la capacidad de atención plena que nos permite observarlo como lo que realmente es, generando episodios de malestar emocional, estrés o ansiedad.

En este sentido, «una de las cosas que nos lleva a estar más agobiados o con mayor nivel de preocupación es la tarea de rumiar, es decir, engancharnos una y otra vez y permanecer enredados en esa tarea de dar vueltas sobre nuestros propios pensamientos porque los hemos perdido de vista«, explica a 20minutos la psicóloga sanitaria, Marina Bazaga.

Con todo ello, la rumiación puede hacer que nuestra capacidad de pensamiento adopte «un patrón automatizado y repetitivo basado en un mecanismo» en el que todos los pensamientos que vengan a nuestra cabeza «serán hilados entre sí para que estén relacionados con nuestro malestar»,

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