Cuando Elsa fue ingresada en el hospital Gregorio Marañón de Madrid la primera ola de la pandemia estaba en su pico de contagios, los hospitales de la capital estaban totalmente desbordados y la población de todo el país llevaba tres semanas recluida en sus casas.

La desescalada de verano, la segunda ola de otoño y la tercera del invierno las ha pasado esta mujer ingresada en el Gregorio Marañón, la mitad de ese tiempo en la UCI, hasta este lunes, cuando recibió el alta médica 10 meses después de su llegada al hospital. Este martes, ha podido celebrar su 53 cumpleaños junto a su familia.

“En septiembre del año pasado es cuando me di cuenta más o menos de que habían pasado meses, que había pasado el verano y se había acabado el curso de mi hija. Me di cuenta de que mi familia tuvo que pasarlo muy mal”, recuerda Elsa, sin poder reprimir sus lágrimas, antes de abandonar el hospital.

En estos meses, buena parte de los cuales se sucedieron en un oscuro limbo producido por la sedación, Elsa, que padecía un linfoma no Hodking cuando contrajo la Covid-19, estuvo en una situación muy grave, en varias ocasiones al borde de la muerte.

A las dos semanas de su hospitalización,

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