Hay alimentos que por la gran cantidad de nutrientes que tienen reciben el nombre de superalimentos. Al oír este nombre tendemos a pensar en productos exóticos, como la espirulina, el kale, el açaí o las bayas goji, pero también se pueden considerar como tal, alimentos tan típicos de la cocina de España como las legumbres, el ajo o el aceite de oliva.
No son pocos los productos que usamos en la cocina por su sabor, pero que esconden otras virtudes. El jengibre es muy apreciado por su aroma, también por su sabor picante, pero son sus beneficios y propiedades medicinales los que han convertido a esta raíz en un indispensable de muchas dietas, ya sea tomándolo fresco, seco, en polvo, o en infusión.
Los beneficios del jengibre
La fragancia y sabor característicos del jengibre proviene de sus aceites esenciales, como el gingerol, que también le aporta muchas de sus propiedades beneficiosas para la salud, porque tiene efectos antiinflamatorios y antioxidantes. El jengibre suele usarse para aliviar las náuseas y los vómitos, sobre todo si estos están relacionados con el embarazo.
Se ha demostrado que facilita el vaciado del estómago, lo que alivia en casos de indigestión crónica, favorece la eliminación de bacterias y otros microorganismos intestinales perjudiciales.