El síndrome del impostor es un fenómeno muy común por el que personas por lo demás perfectamente capacitadas sienten que no están a la altura de los restos que se les plantean, normalmente en el ámbito profesional, pese a que sus resultados y las personas cercanas indiquen que sí lo están.

En cierto modo, se trata de una manifestación típica de los pensamientos intrusivos, que son aquellos molestos o desagradables que aparecen en nuestra mente sin que tengamos control sobre ellos. Lo que sí que es posible, no obstante, es aprender a lidiar con ellos de forma que nos provoquen el menor sufrimiento posible y no influyan en nuestra manera de actuar o nuestras decisiones.

«Trata a tus pensamientos como si fueran spam»

En esto se centra el médico y terapeuta ACT Russ Harris cuando en su libro La trampa de la felicidad explica que no es necesario hacer caso a estos pensamientos. «Trata tus pensamientos como si fueran spam en tu bandeja de entrada; cuando ves que son basura, ya no tienes que abrirlos y leerlos».

Harris lo ilustra con su propio caso, afirmando que «en muchos ámbitos de mi vida […] cualquier error que cometiera me disparaba el mismo pensamiento: ‘Soy un incompetente’.

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