Alrededor de cuatro de cada 1.000 recién nacidos padecen displasia de cadera, una afección que se produce cuando la cadera de los niños no se forma en el lugar correcto y la articulación de la cadera se disloca. Cuando esto ocurre, si la displasia no se corrige en los primeros meses, una pierna será más larga que otra y, en cuanto el niño ande, lo hará con cojera. A largo plazo, puede provocar más problemas en la articulación.
Detectarla y tratarla prematuramente permitirá a la gran mayoría de los niños llevar una vida normal.
La cadera de los recién nacido no está todavía desarrollada ni osificada, sino que está formada casi en su totalidad por cartílago. El desarrollo se completa en los meses siguientes a su nacimiento. En algunos casos, la cabeza del fémur, que debe encajar en la pelvis, está mal encajada al nacer, y la cadera se forma de manera incorrecta. Cuando esto ocurre, los médicos hablan de displasia evolutiva de cadera, que puede estar presente al nacer -lo más común- o desarrollarse posteriormente. Este término engloba, según afirma la Asociación Española de Pediatría, varios conceptos:
•Displasia. Cuando la cavidad de la pelvis que engloba al fémur no se forma adecuadamente.
•Luxación. El fémur está fuera de la cavidad de la cadera.