El diagnóstico de una enfermedad suele dejar al paciente en un estado de shock. Se producen momentos de incertidumbre, angustia y miedo, reacciones habituales y entendibles de las que conviene reponerse para poder dar el siguiente paso, afrontarlas y establecer las medidas necesarias para aprender a vivir con ello.

Sobre todo cuando se trata de enfermedades como la diabetes, que puede llegar a causar problemas serios si no se trata adecuadamente. Es una enfermedad en la que los niveles de glucosa en la sangre están muy altos porque el cuerpo tiene problemas a la hora de producir insulina, una hormona natural que se produce en el páncreas.

La insulina es la encargada de transportar la glucosa que se obtiene de los alimentos a las células, para obtener energía. En las personas con diabetes, la glucosa entra al torrente sanguíneo, pero no hay insulina o no hay suficiente para repartirla a las células, por lo que se acumula en sangre.

Existen diferentes tipos de diabetes y algunas de ellas son potencialmente reversibles, es decir, con el tratamiento adecuado y siguiendo las pautas de los profesionales del sector, podemos curarnos, evitando que se convierta en una enfermedad crónica. Estos son los casos de la prediabetes y la diabetes gestacional.

La prediabetes se produce cuando los niveles de glucosa en sangre son más elevados de lo habitual,

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