Los 21 españoles -entre ellos el corresponsal de EL PAÍS- que permanecían en la ciudad China de Wuhan, epicentro del brote del coronavirus 2019-nCoV, se encuentran en el hospital Gómez Ulla, donde previsiblemente pasarán los próximos 14 días en cuarentena. Así es el día a día en el centro hospitalario madrileño.
«El primer día de vuelta a casa»
Dictan las buenas formas que a la hora de abrir un nuevo capítulo lo primero es presentarse. En ese sentido solo diré que en ocasiones uno sale de casa con la maleta hecha para cubrir durante cuatro días el descubrimiento de un nuevo virus en Wuhan y acaba en un diario de cuarentena en Madrid, vestido con un pijama del hospital Gómez Ulla. Ahí me detendré, porque el periodismo que me enseñaron obliga a llevar con brida corta la primera persona, y porque los detalles entremedias son de sobra conocidos para cualquiera que haya abierto un diario en la última semana.
Los 21 repatriados españoles –no busquen detalles médicos en estas líneas más allá de la lozana salud de todos ellos: no los encontrarán– fueron recibidos ayer noche con mucha amabilidad por el equipo sanitario. Dos mensajes fundamentales salieron de boca de los médicos. “Ustedes no son enfermos”. “Han pasado una situación angustiosa, busquen el apoyo del grupo”. A continuación, fueron conducidos a sus respectivas habitaciones, todas en la planta 17. En su interior, 21 desconocidos convivirán durante las próximas dos semanas. La 18 continúa vacía, en previsión de lo que pueda suceder.
La noche se fue como llegó, en calma, y el día ha empezado pronto. A causa del desfase horario, la planta estuvo pronto llena de vida, con varias personas desayunando juntas en la sala de estar, habilitada a este efecto con una nevera, un microondas, cosas para picar –también sobaos– y juegos de mesa. Al otro lado de la ventana la luz se abría paso sobre Madrid: en ningún sitio amanece como en casa.
Unas horas después,