En tiempos de confinamiento, nuestras dos principales ventanas al exterior son internet y los balcones. La psicología social nos da muchas claves para entender cómo nos comportamos ante esta situación inédita que nos ha tocado vivir por culpa del coronavirus: desde los experimentos de Milgram sobre la obediencia a la autoridad al contagio emocional que encuentra una nueva vía de transmisión catalizadora como son las redes sociales digitales.
Año 1961. Un psicólogo de la Universidad de Yale, Stanley Milgram, pone en marcha un controvertido estudio para medir la disposición de las personas a obedecer las órdenes de una autoridad, incluso cuando estas pudieran ocasionar un conflicto con su sistema de valores y conciencia. En los experimentos participaban tres personas: una con el rol de «experimentador» (investigador de la universidad), otra con el de «docente» (voluntario que no sabía nada) y la última como «estudiante» (cómplice del investigador que se hacía pasar por participante).
Entonces se le explicaba al engañado docente que tendría que apretar un botón para dar descargas eléctricas al estudiante cada vez que fallase una pregunta, aumentando el voltaje con cada equivocación. Estaba en una habitación diferente al alumno en la que no le veía, pero podía escuchar sus ficticios alaridos. Y digo lo de ficticios porque los botones realmente no funcionaban y el estudiante era realmente un actor, aunque el docente lo desconocía. El resultado: el 65% de los participantes (26 de 40) aplicó descargas aparentemente letales de 450 voltios a un extraño a instancias de una figura de autoridad (incluso cuando en algunas ocasiones el sujeto se quejaba de tener problemas cardíacos). Eso sí, muchos de ellos aseguraban sentirse incómodos al hacerlo.
Los experimentos fueron tachados de inmorales y generaron muchas discusiones en la literatura psicológica sobre el aspecto ético, aunque se consideren cruciales en el campo de la psicología social.
Año 2009. En Francia, 80 personas se presentan voluntarias para participar en el piloto de un nuevo concurso de televisión en el que la presentadora ordena a los concursantes que realicen descargas eléctricas a sus compañeros de juego cada vez que estos fallen las preguntas de un cuestionario.