Aparentan una gran confianza en sí mismos, se tienen en alta estima y suelen, además, menospreciar a los demás y comportarse con ellos de manera condescendiente. Sin embargo, tras el conocido como complejo de superioridad se esconden personas que destacan por todo lo contrario: grandes sentimientos de inferioridad.
¿Por qué entonces se comportan de esta forma? El primero en acuñar el término fue el psicoterapeuta austríaco y fundador de la escuela conocida como psicología individual Alfred Adler en su obra El carácter neurótico (1912). En este libro, Adler desarrolló el tema de la compensación infantil al sentimiento percibido de inferioridad mediante distintas estrategias hacía una meta final (de superioridad).
Por tanto, el complejo de superioridad hace referencia al proceso psicológico por el cual determinadas personas intentan focalizarse y destacar sus cualidades positivas como un mecanismo de defensa o compensación hacia sus cualidades menos deseables. Sin embargo, detrás de toda persona que sufre de complejo de superioridad se esconde siempre alguien que se siente inferior a los demás y que intenta mostrar su cara ‘más amable’ o positiva para sentirse mejor.
Adler consideraba que el complejo de superioridad es un mecanismo inconsciente que se manifiesta como “una afectación de la personalidad que conduce a la adopción de posturas prepotentes o arrogantes en el trato con los demás”.