El periodo estival llega a su fin y, con él, se empiezan a ver los tradicionales anuncios de «la vuelta al cole«. Sin embargo, el fin de las vacaciones de verano no solo indica el regreso del curso escolar, sino también el retorno a los puestos de trabajo. Así, el cambio de hábitos que se genera en ese periodo de transición puede conllevar al llamado síndrome post-vacacional.
Tras unas semanas de relajación y de tiempo libre, de un día para otro vuelve la rutina: poner el despertador, sufrir atascos, cumplir la jornada laboral, obedecer con obligaciones y otras acciones de la vida cotidiana. Ante esto, algunas personas pueden sentir cambios en su estado de ánimo, encontrando dificultades para readaptarse a las costumbres diarias.
No obstante, como indica la psicóloga clínica Marta Higueras a 20 minutos, el síndrome post-vacacional no es un trastorno como tal, sino un «proceso de adaptación transitorio» que alberga unos «síntomas psicobiológicos», tales como apatía, insomnio, fatiga, ansiedad, problemas de concentración, desmotivación o pereza, entre otros.
La duración habitual es desde dos o tres días hasta un máximo de quince o veinte, según explica Patricia Díaz, coordinadora y psicóloga de la Asociación Nacional de Psicólogos en Acción (ANPSA). Al tratarse de algo puntual, si los indicios se agravaran y prolongasen en el tiempo podría no corresponderse con dicho fenómeno,