La aparición de bultos en cualquier parte de nuestro cuerpo debe ser motivo de sospechas, y nunca estará de más acudir al médico cuando ocurra. En algunos casos, pueden estar indicándonos un problema potencialmente grave: en el abdomen, por ejemplo, podría tratarse de una hernia inguinal.
¿Qué es una hernia inguinal?
Una hernia inguinal consiste en que una parte de tejido, como tejido adiposo o un segmento del intestino, ‘empuja’ una parte debilitada de la musculatura abdominal y ‘sale’ hacia fuera.
Las hernias inguinales pueden ser dolorosas, aunque no tienen por qué; y pese a que no son peligrosas en si mismas pueden acarrear peligrosas complicaciones, algunas de ellas incluso mortales.
Las razones por las que suceden son variadas, y en algunos casos ni siquiera existe una causa aparente. En otros, pueden deberse a una debilidad congénita en cierta parte de la musculatura abdominal, a un aumento de la presión abdominal, a un esfuerzo importante al orinar o defecar, a una lesión deportiva, a un embarazo o a padecer tos o estornudos crónicos.
Por otra parte, existe una serie de factores que aumentan el riesgo de sufrir una hernia inguinal, como son ser varón, la edad avanzada, el origen europeo, los antecedentes familiares, la tos crónica, el estreñimiento crónico, el embarazo, el nacimiento prematuro y el bajo peso al nacer o el haber sufrido una hernia inguinal anteriormente.