Las personas que practican el victimismo son aquellas que nunca van a enfrentar los problemas de una manera saludable, con intención de buscar soluciones y salir reforzados de ello, sino todo lo contrario. La ‘víctima’ impostada ve su entorno como algo hostil y negativo, y a las personas que la rodean enfocadas y obsesionadas en hacerles daño. Eso sí, una cosa es la víctima real, y otra la que adopta ese rol como mecanismo de defensa, que acaba adquiriendo identidad propia en cada uno de sus actos.
Según la psicología, adoptar el rol de víctima es una manera de eludir las responsabilidades personales, culpando siempre a los demás de todo aquello que sucede, y poniendo el foco en factores externos para no llevar a cabo la autocrítica necesaria para solucionar los conflictos. A pesar de que los manuales de psicología no incluyen este trastorno como una patología mental, es tan habitual que los profesionales de la salud elaboran un perfil de estas personas, especialmente suspicaces.
¿Qué es el victimismo crónico y cómo se manifiesta?
Para que podamos decir que alguien ‘va de víctima’, es necesario que sea algo que hace de manera consciente; porque si se trata de algo que no hemos elegido, entonces seremos víctimas reales. El victimismo consiste en un vínculo interpersonal que busca constantemente el reconocimiento externo de la propia victimización.