España está viviendo este invierno una auténtica epidemia de bronquiolitis entre los menores de dos años, según alertó el pasado diciembre la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP), quien estima que dos de cada diez niños tendrán un episodio de esta enfermedad en su vida.

En concreto, se trata de una infección de los pulmones y del aparato respiratorio. «Habitualmente es vírica, siendo el virus respiratorio sincitial (VRS) el más frecuente”, aclara el doctor Luis Sancho Pérez, jefe de Servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Sur de Alcorcón (Madrid).

La infección puede aparecer en cualquier época del año, según precisa la Sociedad Española de Neumología Pediátrica (SENP), aunque lo más frecuente es que surja en los meses de invierno, y al comienzo de la primavera (más o menos desde noviembre hasta abril).

Así, y tras un cuadro catarral previo de tres o cuatro días con mocos, estornudos y tos, el doctor Sancho Pérez explica que puede aparecer dificultad respiratoria, es decir, una respiración más rápida de lo normal, donde se marcan las costillas y aparece movimiento del abdomen, con pitos en ocasiones audibles al expulsar el aire y frecuentemente fiebre. “Es en ese momento cuando se debería llevar al bebé al pediatra para una valoración”, aconseja el experto.

Hoy en día no existe un tratamiento específico eficaz, según indica el doctor Sancho: «nos limitamos a realizar acciones para mantener la función respiratoria de los pacientes hasta que la enfermedad mejore por si sola. La mayor parte de casos son leves y no requieren de un tratamiento profesional específico. Habitualmente la duración del cuadro agudo es menor de una semana, pero la tos puede persistir hasta cuatro semanas».

Eso sí, “los antibióticos no son útiles para tratar la bronquiolitis”, advierte el pediatra de Quirónsalud Sur, porque estos medicamentos únicamente son efectivos en las infecciones bacterianas.

Sí se pueden seguir las siguientes medidas desde casa con los bebés enfermos:

Mientras, la SENP advierte que cuando la gravedad es mayor, los menores precisan la hospitalización. En estos casos, indica que las medidas que se toman son similares a lo expuesto anteriormente, y además los bebés son controlados de cerca, se les administra líquidos y oxígeno húmedo. «Rara vez, en los casos muy graves, se coloca a bebés en respiradores para ayudarlos a respirar hasta que comienzan a mejorar»,

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