Llega el verano e irremediablemente nos sumergimos en piscinas y playas tratando de huir del calor que cada vez más sofocante y duradero debido al cambio climático. Uno de nuestros órganos más sensibles, el oído, puede verse especialmente afectado por la humedad de nuestros baños, hasta el punto de desencadenar una otitis externa, conocida coloquialmente como otitis del bañista o del nadador.

Al hablar de otitis, la primera distinción que hay que hacer es saber si hablamos de externa, que afecta al conducto auditivo externo, o de una otitis media, que afecta al oído medio, una cavidad llena de aire donde se encuentra el tímpano y los huesos del oído.

¿Cómo saber si esas primeras molestias en el oído después de bañarnos pueden desencadenar en algo tan serio como una infección? Los síntomas más comunes que pueden dar la voz de alarma son: el enrojecimiento y comezón en el conducto auditivo, la secreción de pus y, por supuesto, el dolor. Son la consecuencia de una pequeña lesión que se combina con un mayor contacto con el agua que en otros momentos del año.

Habitualmente serán síntomas leves pero, de no pasar por consulta médica ante sospechas que podamos tener, la infección puede ir a peor si no se trata a tiempo.

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