Una infidelidad en la pareja no es cosa de dos (ni siquiera de tres) cuando hay niños de por medio. Esa deslealtad les afecta de una forma muy directa y puede causar un gran daño emocional en los pequeños, sobre todo, si la situación desemboca en separación y/o divorcio. Entre las reacciones más comunes que suelen darse en los hijos se encuentran:
– Sentir vergüenza por la situación y no querer hablar de ello. Uno de los progenitores ha hecho daño al otro y, por extensión, los niños sienten que también se les ha hecho daño a ellos.
– Sentir confusión. A los niños se les pide que sigan las normas y que actúen de forma correcta por lo que no entienden por qué sus padres pueden saltarse esas normas. Muchas veces su reacción después de una deslealtad es la desobediencia e intentar salirse con la suya.
– Sentir enfado. No solo con el progenitor que ha sido infiel y cuya actitud ha hecho daño a toda la familia sino también con la otra parte, a la que pueden reprochar no haber evitado el engaño.
– Sentir desconfianza. Un padre o una madre son una figura de referencia para los niños, un modelo a seguir. Si uno de ellos engaña al resto de la familia pueden surgir serias dudas sobre si confiar o no en otras personas de su entorno.