Ya no cabe preguntarse si la ciencia puede mejorar los alimentos. Puede y lo hace. En realidad, la moderna agricultura sigue procedimientos de mejora del rendimiento de la naturaleza y a veces la de la calidad intrínseca de los productos. Pero en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han ido más allá.La mítica institución norteamericana, considerada muchas veces la mejor universidad del mundo, se ha propuesto mejorar lo que comemos. Quieren de ese modo combatir la desnutrición. Lo que han empezado a hacer es enriquecer los alimentos básicos con micronutrientes. Y para ello usan polímeros biocompatibles que «rellenan» con micronutrientes.El equipo del MIT ha desarrollado una tecnología para fortalecer los alimentos con micronutrientes esenciales. De momento, han mejorado el pan con hierro encapsulado. Lo que han visto en un ensayo clínico es que las mujeres que lo comían lograban absorber mejor el hierro de los alimentos.Según explica su estudio, publicado en la revista Science Translational Medicine, el enriquecimiento ofrece una forma de incorporar nutrientes de una manera que no requiere que las personas cambien sus hábitos alimenticios. Pero no vale con agregar vitaminas o hierro a los alimentos sin más.Ocurre que el hierro puede unirse a otras moléculas en los alimentos, dándoles un sabor metálico, o que la vitamina A se degrade durante la cocción. Con su técnica, los investigadores del MIT consiguen evitar que los nutrientes se degraden durante el almacenamiento o la cocción.Por ello, han conseguido encapsular los micronutrientes en un material que los protege de la descomposición, pero que luego los puede liberar para ser consumidos. Usan para ello un polímero conocido como BMC, usado en suplementos dietéticos y que en Estados Unidos se considera «generalmente como seguro».De este modo han podido hacer cápsulas de 11 micronutrientes diferentes, desde zinc a niacina, pasando por hierro o vitamina A, B2 y C. Incluso han sido capaces de hacer combinaciones de hasta cuatro de micronutrientes.Las pruebas demostraron que después de hervirlos durante dos horas, los micronutrientes encapsulados estaban intactos. La encapsulación también los protegió de la luz ultravioleta y de los químicos oxidantes. Cuando las partículas se expusieron a condiciones muy ácidas (simulando lo que ocurre en el estómago), el polímero se hizo soluble y liberó sus micronutrientes.En pruebas en ratones, se vio que las partículas se descomponen en el estómago y la carga viaja al intestino delgado, donde es absorbida.

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